Un nuevo estudio realizado por el Centro Nacional de Registro de la investigación de base en la Universidad de Aarhus - Dinamarca, llega a la conclusión de que el aborto inducido no está asociado con un mayor riesgo de problemas de salud mental entre las mujeres.  El riesgo de desarrollar una enfermedad mental no aumenta con el aborto, pero puede aumentar con el nacimiento de su primer hijo, debido a  la depresión posparto.

Resultados publicados por el New England Journal of Medicine

Una de las más respetadas revistas médicas internacionales, el New England Journal of Medicine, acaba de publicar un trabajo científico sobre la correlación entre el aborto inducido y los transtornos mentales.  El documento es redactado por investigadores del Centro Nacional de Registro de la Investigación de base, que forma parte de Aarhus, Escuela de Negocios y Ciencias Sociales de la Universidad de Aarhus en Dinamarca.

Importante Contribución al tema tabú "aborto"

El artículo lleva como nombre "Aborto inducido en el primer trimestre y riesgo de transtorno mental" proporciona un considerable aporte  al debate de un tema que se considera un tabú o es ilegal en muchos países.  Señala además que la restricción del acceso a un aborto, puede introducir un sesgo ya que los problemas de salud mental observados después de un aborto inducido puede reflejar las condiciones o características anteriores al procedimiento, más que como un resultado del aborto.

Trine Munk-Olsen, autora del estudio publicado, señaló: "Nuestro estudio concluye que - a pesar de ser una decisión difícil - las mujeres no deben temer un riesgo  de trastornos mentales después de un aborto inducido".  Así mismo añadió que no estaba sorprendida por los resultados, dado que son un reflejo de la investigación previa sobre el tema.

Un pequeño estudio publicado en la edición de diciembre de la revista Perspectivas de Salud Sexual y Reproductiva reportó resultados similares: Las adolescentes que tienen un aborto no son más propensos a estar deprimidos o tener una baja autoestima que las adolescentes embarazadas que deciden continuar con la gestación.

En total se  observó a 365.550 adultas y adolescentes que han sufrido un aborto voluntario o tuvieron su primer hijo entre 1995 y 2007.  Durante el período de estudio, 84.620 abortaron y 280.930 tuvieron un hijo.

Los investigadores compararon las tasas de las mujeres que buscaron los servicios de salud mental antes y después del primer aborto. En los doce meses siguientes al aborto, 15 por cada mil mujeres requieron ayuda psiquiátrica - similar a la tasa que buscó ayuda en los nueve meses antes del aborto- por razones relacionadas con el estrés o la neurósis.  Según los autores del estudio, las mujeres que optaron por el aborto eran provenientes de lugares más propensos a desarrollar problemas emocionales. Las estadísticas muestran que un gran porcentaje de ellas tenía problemas financieros y que sus tasas de embarazo fueron por encima del promedio.

En cuanto a las nuevas madres,  la proporción de quienes buscaron ayuda después del nacimiento de su hijo se ha incrementado fuertemente. Alrededor de siete mil de ellas recurrieron a un servicio de salud mental dentro de un año después del parto, antes de nacer, la tasa fue del 4 por mil.  Los problemas más recurrentes fueron el estrés  y la depresión.

El punto principal en el estudio danés, es que no es el aborto en sí mismo, lo que produce los problemas mentales. "El estudio demuestra que  el aborto no hace a las mujeres más vulnerables de lo que ya estaban " dice Trine Munk-Olsen.

La Dra. Vanessa Cullins, vicepresidente de asuntos médicos de Planned Parenthood Federation of America, dijo: “Los resultados muestran que la maternidad y la crianza de los hijos son decisiones que tienen implicancias para toda la vida y sólo las mujeres están en la facultad para decidir cuándo y si están dispuestos a dar a luz”.

Cabe señalar que la investigación realizada por la Universidad de Aarhus, se sitúa entre los mayores estudios que compararon las consecuencias de ambas situaciones. Los resultados fueron publicados en el último jueves en el British Medical Journal. El estudio fue financiado por el Consejo Danés de Investigación Médica y Susan Thompson Buffett Foundation.