ya acabó su novela

¿Una mujer que interrumpe su embarazo merece ir a la cárcel?

El tema de la despenalización del aborto ha entrado en la campaña presidencial. Hasta ahora la posición de los candidatos parece ser muy conservadora.  Escrito reproducido del Diario La República ( edición 06/02/2011).  Autor: Ghiovani Hinojosa.

EL ABORTO es una realidad que está pegada a la piel de nuestras ciudades. Se disimula, por ejemplo, en los cientos de cartelitos en las paredes que ofrecen el servicio a punta de eufemismos: ‘¿Atraso menstrual? Aquí clínica de la mujer’, ‘Doctora regulariza la menstruación’ o ‘Limpieza directa sin dolor’. Según cálculos de la antropóloga Delicia Ferrando, cada año hay cerca de 370 mil abortos clandestinos en el país. Tal vez por la vigencia de esta práctica –y por la sensibilidad que despierta– el debate sobre su despenalización se cuela con facilidad en la agenda electoral. Alejandro Toledo lo introdujo hace unos días cuando declaró a la prensa extranjera que “nadie puede permitir que un ser humano nazca, de repente, en circunstancias forzadas. Los individuos tienen el derecho a optar, y con todo el respeto a la Iglesia, no puede intervenir”. Ante las críticas, tuvo que precisar que se refería al aborto luego de una violación y no a la legalización total. Ollanta Humala suscribió esta propuesta y le añadió, incluso, la figura del aborto eugenésico (cuando el feto tiene graves limitaciones físicas y morirá irremediablemente tras nacer). Keiko Fujimori y Luis Castañeda, algo distraídos, defendieron el aborto terapéutico (cuando la vida o la salud de la gestante corren peligro), una práctica legal en el Perú desde 1924. Ahora que este asunto empieza a estar en boca de quienes aspiran a sentarse en el sillón presidencial, necesitamos una hoja de ruta que nos permita entender la polémica y no caer en polarizaciones simplistas. Aquí las claves del aborto expuestas en su complejidad.

1 Aborto terapéutico: ¿y el protocolo?

Solo un tipo de aborto está permitido hoy por la legislación peruana: aquel que se practica cuando es “el único medio para salvar la vida de la gestante o para evitar en su salud un mal grave y permanente”, según el artículo 119 del Código Penal. En teoría, el médico determina si el embarazo pone en riesgo a la potencial madre, y si esta lo decide, se interrumpe la gestación. Pero en la práctica el aborto terapéutico no se realiza por la sencilla razón de que no existe un documento administrativo o protocolo que indique cuándo, cómo y dónde puede tener lugar. Esta ausencia deja todo en manos del médico, quien por temor a una eventual sanción, consideraciones religiosas o desinformación suele inhibirse de llevar a cabo esta práctica. De hecho, en octubre del 2005 la denuncia de una adolescente de iniciales KL –que fue obligada a mantener en su vientre y alumbrar a una niña sin hemisferios cerebrales que solo vivió cuatro días– motivó que el Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas cuestionara al Estado peruano y le pidiera que protocolizara cuanto antes el aborto terapéutico. Han pasado cinco años y tres meses, y el Ministerio de Salud sigue ignorando esta petición. ¿Alguno de los candidatos presidenciales se atrevería a plantear un protocolo tentativo y fijar un plazo máximo para aprobarlo?

3 Penalización ineficaz

La periodista Rosa María Palacios propone empezar el debate sobre la despenalización del aborto en el Perú con la pregunta: ¿Las mujeres que lo practican merecen ir a la cárcel? El Código Penal vigente castiga a la abortista con una pena de prisión de hasta dos años, sin importar su motivación. Solo cuando se trata de aborto sentimental (por violación) y eugenésico (por malformación del feto) la sanción se reduce a un máximo de tres meses de cárcel. La realidad es que no se conocen casos de mujeres que hayan abortado y estén recluidas por ello. Es decir, la penalización es ineficaz. Y –lo que es más relevante– no contribuye con desincentivar a las potenciales abortistas, según investigaciones de organizaciones feministas y universitarias. “La penalización empuja fundamentalmente a las mujeres pobres –que no tienen dinero para ir a clínicas privadas– a sistemas de atención absolutamente inadecuados”, explica Jeannette Llaja, directora de la ONG Demus. ¿Debemos mantener penas que, en la práctica, no se aplican? ¿Una abortista es una delincuente o una mujer que necesita un sistema de salud eficiente?

3 Violaciones y fetos malformados

Desde junio de 1990, a fines del primer régimen de Alan García, el gobierno peruano ha estado a punto de aprobar la despenalización del aborto sentimental (por violación) y eugenésico (por fetos malformados). Entonces, el presidente se negó a promulgar un proyecto de ley ya discutido por el Congreso. Y hace poco más de un año, la Comisión Especial Revisora del Código Penal aprobó la modificación, pero hasta ahora ha quedado en el limbo de los nuevos debates. “García nunca lo hará”, sospecha la abogada Jeannette Llaja, quien asegura que el sector más conservador de la jerarquía eclesial tiene una gran capacidad de influencia sobre el gobernante aprista. ¿Es el catolicismo igual de poderoso en otras latitudes? En Chile, Nicaragua y El Salvador está penalizado todo tipo de aborto. En la mayoría de naciones latinoamericanas está permitido el terapéutico, y en Colombia, Bolivia, Argentina y Ecuador el sentimental. Colombia y México son los países más liberales en este sentido: en el primero, están despenalizados los abortos terapéutico, sentimental y eugenésico; y en la ciudad capital del segundo se puede interrumpir el embarazo en los tres primeros meses de gestación.

4 Un gobierno bien católico

Ese titulillo de "interrumpir el embarazo" es un maquillaje; se trata de cortar la vida: matar. La ciencia ha comprobado que el ser humano, desde el momento de la concepción, ya tiene una estructura biológica perfectamente organizada y empieza a desarrollarse. Eso es vida, ¡por Dios! Tras estos debates hay muchos intereses económicos de las empresas de comercialización de preservativos y píldoras, y las clínicas abortivas”. Así defiende la posición de la Iglesia Católica frente al aborto el padre Miguel Ángel Vassallo, encargado del Centro de Promoción Vocacional de la Arquidiócesis de Lima. Pero ¿esta postura religiosa es la que debe asumir el Estado peruano? ¿No somos acaso un régimen autónomo de las confesiones de fe, como dispone el artículo 50 de la Constitución? La resistencia que hay de parte de varios políticos para protocolizar el aborto terapéutico demuestra –en el mejor de los casos– que todavía la fe se impone sobre la visión del respeto a la ley.

5 La solución: políticas públicas

El aborto es síntoma de una enfermedad nacional llamada falta de educación sexual. Incluso, son muchos los casos de niñas y adolescentes que no llegan a abortar y traen al mundo a pequeños que tienen un futuro incierto. ¿No es que el gobierno está demasiado preocupado en defender el origen de la vida, pero muy poco en asegurar el crecimiento sano de los nacidos? “¿Cuánta mortalidad infantil existe en la sierra rural por falta de vacunas y atención médica? ¡Los bebés se mueren!”, se indigna la feminista Jeannette Llaja. Una mujer no debería encontrarse nunca en la disyuntiva de abortar, pero el Estado hace poco para potenciar sus políticas de control de la natalidad. Señores candidatos, expliquen: ¿qué política de Estado implementarían para forjar una verdadera educación sexual en familias y escuelas?, ¿cómo garantizan que habrá suficientes métodos anticonceptivos para controlar los embarazos no deseados y con ello la tasa de abortos? Se esperan respuestas.

Esterilización Forzada

Ahora que Keiko Fujimori habla de “salvaguardar la vida de la madre” cuando se refiere al aborto terapéutico, conviene recordar que durante el segundo gobierno de su padre se aplicó un programa de esterilizaciones forzadas que afectó a miles de mujeres del campo. Ellas fueron operadas con engaños, amenazas y ofrecimientos de comida. Una investigación fiscal, que duró cerca de siete años y en la que participó Jaime Schwartz –sí, el mismo que sentenció a favor de la candidata en el caso del presunto financiamiento irregular de sus estudios en Estados Unidos–, ha archivado el caso. Esto a pesar de que hay cerca de mil denuncias documentadas por la Defensoría del Pueblo.

TESTIMONIOS

YO ABORTÉ, FUE NECESARIO

Una noche salí con mi enamorado y nos emborrachamos. Nos cuidábamos con el ‘coito interrupto’, pero ese día él eyaculó dentro. Se le pasó. Cuando me enteré de que estaba embarazada, creí que abortar era la mejor decisión porque quería estudiar; pensaba que un hijo era un obstáculo para mí. Fui donde un médico que sabía que practicaba abortos. Tenía casi dos meses de gestación. Al inicio me sentí culpable, pero luego entendí que podía remediar mi irresponsabilidad. Si mi hijo hubiera nacido, no hubiera podido acabar mi carrera. Fue necesario. Pero no debemos tomar el aborto como un método anticonceptivo, sino como una oportunidad para hacer las cosas bien. A raíz de lo que me sucedió, empecé a tomar pastillas para cuidarme y no he vuelto a salir embarazada. María (25, Lima).

YO NO QUERIA ABORTAR

Yo no quería abortar, mi pareja me hizo la propuesta. Fue con una obstetra que pertenecía a un grupo de especialistas que está de acuerdo con el tema. Ella me dio dos posibilidades: la barata –unas pastillas vía oral y vaginal– y la cara –una extracción directa con una pipeta de jebe, para no dañar el útero–. Opté por la segunda; pagué 300 soles. No me faltó información sexual: fue una tontería del momento. El aborto no debe ser penalizado. Cuando se quiere hacer no importan los años de cárcel. Ninguna mujer, así el aborto sea legal, lo tomará como una salida fácil. Si se legaliza no se convertirá en algo cotidiano, solo lo hará seguro para muchas personas. Claro, debe estar acompañado de sesiones psicológicas que persuadan a la mujer de que no aborte. Y si no funciona, que la preparen para afrontar la decisión. Carla (21, Lima).